Me gusta subrayar las oraciones o párrafos más significativos en los libros. Esto me permite recordar más fácilmente la información o encontrarla en búsquedas posteriores, aún después de meses o años de haber concluido la lectura. El libro que mencionaré más adelante fue el primero donde me terminé un marcatextos.
La revolución digital que nos rodea no es producto de magia, ni de civilizaciones avanzadas que vienen de otros planetas o de humanos que nos visitan del futuro; se trata de la acumulación de innovación que han logrado decenas de humanos inventivos por más de 170 años. Siendo así, aún me sorprendo cuando encuentro personas afirmando que mucha de la tecnología que usamos cotidianamente tiene un origen extraterrestre.
La tecnología no tiene su origen en la magia si no en la creatividad y capacidad de esas personas para trabajar en equipo, pues con escasos elementos pudieron imaginar artefactos que aún no existían en ese momento.
Algunos autores consideran que la revolución digital inició en 1843 con Ada Byron condesa de Lovelace, hija del reconocido poeta Lord Byron, con unas notas escritas para Charles Babbage sobre una máquina analítica que era difícil de construir en ese momento, debido a las limitaciones de la época.
También encontramos personajes como George Boole, quien usó el álgebra para el razonamiento lógico; y así la lista continúa: Vannevar Bush; Alan Turing; Howard Aiken, John Vincent Atanasoff; Grace Hopper – quien desarrolla el primer compilador informático –, Bob Taylor, Robert Noyce, Gordon Moore, Nolan Bushnell – desarrollador del juego PONG para Atari, momento en que las computadoras dejaron de ser cosa de científicos y se incluyeron en la cultura pop –, Bill Gates y Paul Allen; Steve Jobs y Steve Wozniak, Linus Torvalds y, Tim Berners-Lee, sólo por mencionar a algunos.
Factores como el estudio de artes y ciencias al mismo tiempo, la posibilidad de armar radios de transistores como juego, o la necesidad de evitar o terminar una guerra mundial, permitieron a muchos de estos personajes trabajar a favor de la humanidad.
Walter Isaacson hace una asombrosa recopilación de estos sucesos en su libro “Los Innovadores”, donde nos proporciona elementos para ubicarnos en el contexto histórico de cada uno de los personajes para permitirnos entender mejor sus aportaciones y lo disruptivas que pudieron ser en el momento, aunque ahora todo esto nos parezca cotidiano.
Deducimos entonces que la disponibilidad de tecnología o de elementos tecnológicos son fundamentales en el desarrollo de futuros adultos que sean capaces de cambiar el mundo. Del mismo modo: estas ideas tienen más oportunidades de florecer si surgen en grupos afines de seres humanos. No basta la información, también necesitamos recursos –humanos y materiales– y, al mismo tiempo, una necesidad. La necesidad es el motor de la curiosidad y el combustible de la creatividad.